11 de septiembre de 2025
Portada » El Mensaje Inesperado
fdcec542-8a32-4f2f-934b-fb641e2066b5 (1)

El sol del atardecer iluminaba las calles polvorientas de Uribia, La Guajira. Las casas, construidas con barro y techos de paja, brillaban bajo la cálida luz dorada. Los habitantes del pueblo estaban acostumbrados a este paisaje, pero para Jairo, cada día en Uribia era una nueva oportunidad para aprender algo nuevo.

Jairo, un joven wayuu de diecinueve años, había crecido en esta comunidad. Siempre había sido curioso y ansioso por descubrir el mundo más allá de su entorno familiar. Su madre le había regalado un celular en su último cumpleaños, y aunque al principio dudó de su utilidad, pronto se dio cuenta de que ese pequeño dispositivo podía abrirle las puertas a un universo completamente nuevo.

Esa tarde, Jairo estaba descansando en su hamaca, revisando mensajes en WhatsApp, cuando de repente recibió un mensaje extraño de un número desconocido. El mensaje decía: «MANI YO NO LE CREO MAS NADA. ME BORRO TODOS LOS CONTACTOS. SI ERES TU DORO… AYUDAME, NECESITO HABLAR CON ALGUIEN.» Jairo frunció el ceño, confundido. No conocía a nadie llamado Mani ni Doro, pero el tono del mensaje le hizo sentir que alguien realmente necesitaba ayuda.

Después de unos segundos de duda, decidió responder. Escribió: «Hola, creo que te has equivocado de número. ¿Quién eres y cómo puedo ayudarte?» y presionó enviar.

Pasaron unos minutos sin respuesta. Jairo comenzaba a pensar que tal vez el remitente no respondería, pero su curiosidad lo mantenía alerta. De repente, su celular vibró. Un nuevo mensaje había llegado: «Lo siento, estoy muy confundida. Mi nombre es Wayaima, no sé cómo llegué a tu número, pero estoy muy angustiada.»

Jairo sintió una ola de empatía por esta desconocida. Decidió continuar la conversación. «No te preocupes, Wayaima. Soy Jairo. ¿Qué te está pasando? Tal vez pueda ayudarte.»

Wayaima respondió rápidamente: «Es mi exnovio. Me ha mentido tantas veces y finalmente lo dejé. Pero ahora estoy sola y necesito a alguien con quien hablar. ¿Podrías escucharme?»

Durante las siguientes horas, Jairo y Wayaima intercambiaron mensajes. Wayaima le contó a Jairo sobre su dolorosa ruptura, mientras que él compartía algunos detalles de su propia vida en Uribia. Pronto, la conversación se volvió más relajada y natural. Jairo descubrió que Wayaima vivía en Maicao, una ciudad no muy lejos de Uribia, pero nunca antes se habían conocido.

Con cada mensaje, Jairo sentía que estaba empezando a conocer a Wayaima de una manera profunda y significativa. Era como si el celular fuera una ventana abierta a sus corazones, permitiéndoles conectar más allá de las palabras.

Una noche, mientras hablaban sobre sus sueños y aspiraciones, Jairo le confesó a Wayaima su deseo de explorar el mundo y aprender más sobre su propia cultura wayuu. Wayaima, por su parte, compartió su interés por la fotografía y cómo capturaba la belleza de La Guajira en sus imágenes.

Decidieron empezar a compartir sus fotografías y experiencias cotidianas a través de WhatsApp. Jairo enviaba fotos de los paisajes desérticos y las coloridas mochilas wayuu que su abuela tejía, mientras que Wayaima le enviaba imágenes de las calles de Maicao, llenas de vida y energía.

Con el tiempo, su amistad se fortaleció. La confianza entre ellos crecía, y los mensajes se convirtieron en una parte esencial de sus vidas diarias. A pesar de la distancia física, Jairo y Wayaima sentían que estaban más cerca que nunca.

Una tarde, Wayaima le envió un mensaje que hizo que el corazón de Jairo latiera más rápido: «Jairo, he estado pensando mucho y creo que me estoy enamorando de ti. Sé que no nos hemos conocido en persona, pero siento que te conozco mejor que a nadie.»

Jairo sonrió y respondió: «Wayaima, siento lo mismo. No puedo creer que haya encontrado a alguien tan especial gracias a un mensaje equivocado. ¿Te gustaría que nos encontráramos en persona?»

Wayaima aceptó con entusiasmo, y acordaron encontrarse el siguiente fin de semana en Riohacha, una ciudad costera a medio camino entre Uribia y Maicao. Los días previos al encuentro estuvieron llenos de emoción y nerviosismo. Ambos se preguntaban cómo sería ver a la otra persona cara a cara, después de tantas conversaciones a través del celular.

El sábado por la mañana, Jairo se despertó temprano y se preparó para el viaje. Subió al autobús que lo llevaría a Riohacha, con el corazón lleno de expectativas. Durante el trayecto, revisó los mensajes de Wayaima una y otra vez, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad.

Al llegar a Riohacha, Jairo se dirigió al malecón donde habían acordado encontrarse. El sonido de las olas del mar y la brisa salada lo recibieron con calidez. Caminó nerviosamente de un lado a otro, hasta que finalmente vio a Wayaima acercarse.

Ella llevaba una mochila wayuu en el hombro y una sonrisa radiante en el rostro. Sus ojos se encontraron y ambos supieron en ese instante que la conexión que habían sentido a través de los mensajes era real.

—Wayaima, finalmente nos conocemos —dijo Jairo con una sonrisa.

—Sí, Jairo. He esperado mucho por este momento —respondió Wayaima, acercándose a él.

Pasaron el día explorando Riohacha juntos, riendo y compartiendo historias. La química entre ellos era innegable, y cada momento parecía mágico. Wayaima le mostró a Jairo algunos de los lugares más bonitos de la ciudad, y él le habló sobre las leyendas wayuu que había escuchado de su abuelo.

Al caer la noche, se sentaron en la playa, observando el atardecer juntos. Wayaima sacó su cámara y comenzó a tomar fotos del cielo teñido de colores cálidos.

—Quiero recordar este día para siempre —dijo, mientras enfocaba su cámara hacia Jairo.

Jairo sonrió, sintiendo una felicidad que nunca antes había experimentado. Sabía que su vida había cambiado de manera inesperada, gracias a un simple mensaje de WhatsApp.

Los días siguientes fueron una mezcla de emoción y reflexión. Jairo y Wayaima sabían que sus vidas estaban a punto de entrelazarse de una manera profunda y significativa. A través de la tecnología, habían encontrado el amor y la comprensión que tanto anhelaban.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *