11 de septiembre de 2025
Portada » EL MUSEO DE ARTE ANTIGUO Y NUEVO
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 (MONA) TASMANIA

“Visitar el Museo de Arte de Tasmania fue como abrir una ventana a un mundo lleno de historias y maravillas; cada obra de arte, cada avance tecnológico, me transportó a mis años de juventud y me recordó la importancia de valorar y preservar nuestra propia cultura.” Hiroshi Ipuana Wang.

Una noche templada en el Cabo de la Vela, Hiroshi Ipuana Wang se sentó alrededor de la fogata, junto a él una abuela sabia, una anciana con vasto conocimiento de leyendas y tradiciones wayuu. Con ellos los niños y adultos que esperaban ansiosos escuchar una de sus fascinantes historias. Con una sonrisa en el rostro y los ojos brillantes, Hiroshi comenzó a relatar su aventura.

“Actualmente les compartiré sobre mi visita al Museo de Arte de Tasmania, un lugar que me dejó maravillado y que, a pesar de un pequeño inconveniente, me enseñó valiosas lecciones que podemos aplicar aquí en nuestra comunidad.”

Hiroshi hizo una pausa, observando las caras expectantes a su alrededor. “El museo en sí es una obra de arte. Desde el momento en que entras, te sientes transportado a otro mundo. Las paredes están adornadas con pinturas y fotografías que te llenan de vida, y cada objeto cuenta una historia única.”

“Sin embargo,” continuó Hiroshi, “mi visita no estuvo exenta de problemas. Había una exhibición llamada ‘Ladies Long’ que, por alguna razón, no estaba disponible el día que fui. Me sentí un poco decepcionado, pero decidí no dejar que eso arruinara mi experiencia.”

“Lo que realmente me llamó la atención,” dijo Hiroshi, “fue un disco muy especial. Resulta que el museo tiene el disco más caro del mundo, creado por la banda Wu-Tang Clan. Es una pieza única, y su valor no solo radica en su precio, sino en la historia y el arte que representa.”

Hiroshi hizo una pausa para dejar que sus palabras calaran en su audiencia. “Pero eso no es todo. El museo también cuenta con avances tecnológicos impresionantes que te transportan a tus años de juventud. Es como si cada rincón del museo estuviera diseñado para hacerte sentir vivo y lleno de energía.”

“Las fotografías, las pinturas, los objetos… todo en el museo tiene una vida propia,” continuó Hiroshi. “Cada pieza te cuenta una historia, y es imposible no sentirse inspirado al caminar por sus pasillos.”

“Al final de mi visita,” dijo Hiroshi, “me di cuenta de algo muy importante. El museo de arte de Tasmania no es solo un lugar para admirar obras de arte; es un espacio que nos enseña a valorar nuestra propia historia y cultura. Y eso es algo que podemos replicar aquí en La Guajira.”

Hiroshi miró a su audiencia con seriedad. “Imaginemos por un momento que creamos nuestro propio museo aquí en la ranchería. Un lugar donde podamos exhibir nuestras tradiciones, nuestras historias y nuestros logros. Un lugar donde nuestros niños puedan aprender sobre su herencia y sentirse orgullosos de ser parte de esta comunidad.”

“Podemos usar la tecnología para hacer que nuestras historias cobren vida,” sugirió Hiroshi. “Podemos crear exhibiciones interactivas que transporten a nuestros visitantes a diferentes épocas y lugares. Y lo más importante, podemos crear un espacio que nos una y nos haga sentir más conectados con nuestras raíces.”

Hiroshi sonrió, viendo cómo sus palabras habían encendido una chispa de entusiasmo en los ojos de su audiencia. “Así que, amigos míos, les dejo esta reflexión: no necesitamos viajar a Tasmania para encontrar inspiración. Podemos crear nuestro propio museo aquí, en La Guajira, y hacer que nuestras historias vivan para siempre.”

Con esas palabras, Hiroshi concluyó su relato, dejando a su audiencia llena de ideas y sueños sobre el futuro de su comunidad. La fogata seguía ardiendo, y las estrellas brillaban en el cielo, mientras la ranchería de La Guajira se llenaba de esperanza y posibilidades.

“Que la brisa del mar siempre te acompañe. ¡Nos vemos pronto!”

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